Habíamos visto, desde nuestra propia experiencia y desde la de varios colegas, cómo la forma de comprender y diseñar propuestas de educación requería una realineación estructural alejada de modelos que disponían en cajas marcadas por temas lo que se debía aprender. Este distanciamiento permitiría a las personas acceder a los aprendizajes que realmente necesitaban para enfrentar los retos y desafíos propios de la vida en un contexto global y diverso. Pero esto era tan sólo una idea porque en las instituciones en donde estábamos eso no pasaba. Las cajas seguían siendo cajas con nombres diferentes “de moda” pero con el mismo contenido y límites.